Aquí vive la abeja reina, para la que hay que trabajar. Miles de alas sostienen la base, pero solamente una lleva el compás. La reina sola no es más que una abeja. ¿Qué va a hacer sin su jalea real? Obreras y zánganos no se alzarán en su contra: si se va ella, seguirán viniendo más. La voz de las abejas se acalla con su zumbido y la dulzura de la miel lo impregna todo de falsa paz. Volver a nacer como lobos, volver a nacer como aves; sin cambiar lo que somos, de esta colmena no saldremos jamás.
Una respuesta a “Colmena de oro”
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Hoy os presento un texto que surgió del comentario de un relato que escribí hace unas semanas y no he publicado todavía. El otro texto, como este, denuncia en parte la sociedad capitalista en la que vivimos, en la que hemos hecho del dinero nuestro nuevo dios. La jerarquía del poder, el abuso que se ejerce sobre aquellos que realmente hacen que un país funcione, el silencio de millones de personas ante las injusticias… Todo eso es lo que pretendo denunciar con esta metáfora.
Obviamente las abejas viven bajo este sistema porque es el que dicta su naturaleza, y, en su caso, la abeja reina también tiene su propia función en la colmena, nada desdeñable. Pero al trasladar su jerarquía a los humanos, te das cuenta de que en nuestro caso es antinatural, no es más que una forma de vida impuesta, y resulta hasta ridículo.
«La voz de las abejas se acalla con su zumbido y la dulzura de la miel lo impregna todo de falsa paz.»
La revolución está en nuestras manos, y si no nos movemos es por las limitaciones que nosotros mismos nos imponemos. Detengámonos a escuchar; miremos más allá de lo que nos dan a ver.
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Soy Mireia,
Y os doy la bienvenida a mi bosque, donde bestias de tinta se alimentan de palabras y crían historias.
Bestias de tinta 
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