Aquí vive la abeja reina, para la que hay que trabajar. Miles de alas sostienen la base, pero solamente una lleva el compás. La reina sola no es más que una abeja. ¿Qué va a hacer sin su jalea real? Obreras y zánganos no se alzarán en su contra: si se va ella, seguirán viniendo más. La voz de las abejas se acalla con su zumbido y la dulzura de la miel lo impregna todo de falsa paz. Volver a nacer como lobos, volver a nacer como aves; sin cambiar lo que somos, de esta colmena no saldremos jamás.









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